jueves, 14 de febrero de 2019

De cierta manera….

para Sara y Alfredito

Había leído tantas páginas que, cuando tuve aquel nombre ante los ojos,
me pareció increíble, absurdo, imposible. Centenares, miles de páginas….
En novelas, testimonios, artículos sacados de libros o publicaciones
periódicas de literatura, arquitectura, urbanismo o cualquier materia
que me pareciera conectada con las dos grandes obras que intentaba
comprender: el teatro de Eugenio Hernández Espinosa y el largometraje
"De cierta manera", de Sara Gómez.

A la colección del Centro de Documentación del ICAIC llegué, lo mismo
que un adolescente en su primera salida adulta, buscando un guion que
bien sabía que no existía, del cual incluso de decía que ni siquiera
había existido alguna vez (dejando en manos de una improvisación bien
pensada la película). Fue revisando el listado de guiones guardados en
el lugar que tropecé con un título ("Residencial Miraflores") que
recordaba de alguna lectura acerca de la re-localización de habitantes
de barrios marginales durante los primeros años de la Revolución cubana.

Cuando vi que se trataba de una obra con argumento y diálogos de Sara
Gómez y Tomás González, con asesoría de Alberto Pedro Díaz y Tomás
Gutiérrez Alea… cuando, al tiempo que la mirada volaba sobre la primera
línea y en la mente resonaba esa voz en off ("La cultura vive en los
planos más profundos de la conciencia en forma de costumbres, hábitos,
normas, valores…") supe que las muchas horas de entrenamiento me habían
permitido reconocer, en aquel título anodino, nada menos que el guion de
esa obra maestra del cine cubano que es "De cierta manera".

De los tantos privilegios que Dios me ha concedido ese ha sido uno de
los más grandes. Fotografié el documento, lo transcribí, lo entregué a
Ediciones ICAIC (nave que empezó a navegar con el bien recordado Pablo
Pacheco y que sigue en primer plano con el trabajo de Mercy Ruiz y su
equipo). Ahora, en la presente Feria Internacional del Libro, ha sido
presentado el guión de la película, con edición de Arturo Arango y mía
(sobre todo, de él). El prólogo es de Dean Luis Reyes, hay textos
acompañantes de Yaima Leyva, Rosa Ileana Boudet, Gerardo Fulleda León y
un último de mi autoría.

Vale la pena leer el libro, analizar las diferencias entre el guión y la
realización definitiva de la película, detenernos en estos momentos
específicos para reconstruir los conceptos de cine, sociedad y persona a
los que la cineasta había arribado cuando se enfrentó a esta obra mayor.
En mi caso, al menos, el proceso de ver de nuevo fue casi como descubrir
otra película, mucho, pero mucho más ambiciosa todavía: monumental.

Felicidades a ti, Sara.

Y tú, Alfredito, donquiera, mi hermano, un abrazo.

v.

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