domingo, 23 de septiembre de 2012

En la Feria Internacional del Libro de la Habana: un día intenso...

En la Feria Internacional del Libro de la Habana: un día intenso...
Por Victor Fowler
(febrero 18, de 2015)

 
 Ayer fue un día más que largo en la Feria Internacional del Libro; en la mañana (como moderador y acompañando a Jorge Fornet, Leonardo Padura y Roberto Manzano), en el panel dedicado a los problemas y desafíos de la literatura cubana, y en la tarde –junto a Cira Romero, y para un grupo de libreros del país- exponiendo ideas acerca de la librería del futuro. Además de esto, asistí a la entrega de los Premios Calendario, que otorga la Asociación Hermanos Saíz, y estuve hasta el mismo cierre rastreando entre los libros de las llamadas “ediciones territoriales” (es decir, los libros publicados en las editoriales provinciales).

Uno no sabe muy bien qué hacer con los cubanos, qué pensar y cómo no sentirse entre extrañado y conmovido cuando –luego de atravesar el Rubicon del pésimo transporte público en la ciudad- se llega a un salón a las 9 de la mañana, en un amanecer de llovizna incómoda, sin otra cosa que un pequeño pomo con agua encima de la mesa y hay más de 100 personas esperando, deseosas de escuchar hablar acerca de los actuales problemas y desafíos de la literatura nacional.

   Mi introducción como moderador aprovechó la respuesta, de la ensayista y amiga Odette Casamayor, a una petición de ayuda que coloqué en Facebook, justo pensando en qué podía resultar importante para ser dicho en el panel. A juicio de Odette, el principal problema/desafío de la literatura cubana es lo que ella llama la necesidad de “olvidar Cuba”.

   Junto a ello, me complació citar –a modo de provocación- un momento de “Los detectives salvajes”, la célebre novela de Bolaño, en donde el personaje nombrado Ernesto San Epifanio ofrece un delirante enjuiciamiento de la literatura según el cual los poetas quedan principalmente divididos en maricones y maricas: “Una loca, según San Epifanio, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa.” Dentro de tal sorprendente clasificación, a la hora de referirse a los escritores cubanos y por encima de José Lezama Lima, Eliseo Diego, Cintio Vitier, Roberto Fernández Retamar, Nicolás Guillén y Fina García Marruz (a todos los cuales cita) aquel que parece provocarle mayores simpatías es Luis Rogelio Nogueras, de quien afirma que es “un encanto y una ninfa con espíritu de maricón juguetón.” En nuestros términos, alguien que –mediante el uso de elementos lúdicos- se aleja del pathos ante lo histórico o lo estético puros.

  A lo largo de casi dos horas, y con el agregado de las intervenciones desde el público, fueron presentadas dinámicas del campo literario tan diversas como las luchas y renovación de las poéticas; las insuficiencias de los diversos sistemas de promoción y difusión del libro; los límites y consecuencias de la intervención estatal en las definiciones acerca de “lo literario”, la acción de la crítica y la formación del gusto; la emergencia de nuevos discursos y agrupamientos en el campo literario nacional; la pobreza de la crítica y su relación con las debilidades del espacio público; el previsible aumento de los contactos e intercambios entre la literatura cubana escrita dentro del país y la proveniente de los espacios de diáspora, con la particularidad del problema de la lengua en el caso principal de los cubano-americanos; la puesta en suspenso del concepto de “lo nacional”; la des-informatización de la sociedad cubana y sus consecuencias para la dinámica de la literatura (imposibilidad de acceso a Internet; escaso diálogo con autores y corrientes de la región, lengua y del mundo; inexistencia de blogs u otras opciones para la expresión personal y/o grupal según poéticas; muy reducida cantidad de autores y obras que experimentan y producen utilizando nuevas tecnologías).

   En la tarde, junto a Cira Romero (cuyas palabras estuvieron dedicadas al vínculo de la librería con la comunidad), vino el momento futurista con mi intervención acerca de los perfiles de la librería por venir. La velocidad con la que nuestro mundo cambia es tan mareante como fascinante, enamora; desde los años en los que trabajé como especialista del Programa Nacional de Lectura, en la Biblioteca Nacional, es algo a lo que una y otra vez regreso. De hecho, tengo como plan bien próximo, terminar la re-escritura y actualización del manual sobre promoción de la lectura que, a inicios de los 90, allí publiqué.

  Hay mucho que aprender, y esperar, en lo que corresponde a las revoluciones de la lectura que todavía vendrán a sorprendernos; sobre todo si tomamos en cuenta un aspecto que, de tan evidente, se nos olvida: el hecho de que todavía habitamos un mundo en el cual estamos coincidiendo individuos analógicos y digitales. Un mundo donde, todavía, los poderes culturales, económicos y políticos están, mayoritariamente, en manos de personas formadas como seres analógicos, pero ese no va a ser el mundo ni siquiera de nuestros hijos y –de manera absoluta- ya no será el de nuestros nietos. De esta manera, la verdadera pregunta no se refiere a nuestro presente, sino a ese futuro próximo en el cual el cien por ciento de la humanidad habrá nacido en una temporalidad digital.

  Es allí donde los cambios en los modos de lectura y las oportunidades abiertas por la tecnología no sólo van a manifestarse como irreversibles, sino que dejarán de ser discutidas desde las perspectivas nostálgicas de hoy. Y en ese momento, ¿predominará el libro tradicional o habrá ganado espacio –valiéndonos de un “lector” electrónico- la inmersión en un espacio multimedial de información o ficciones de nuevo tipo? ¿extrañaremos la sensación del papel o serán populares los libros electrónicos con láminas de metal o plástico que –a la misma vez que imitan el papel- nos brindan todos los beneficios de las tecnologías informáticas de procesamiento, consumo, almacenamiento y distribución de información? ¿qué grado de desarrollo tendrán para entonces los libros algorítmicos, capaces de analizar y aprender de nuestros modos de lectura y estrategias de búsqueda, de modo que sean capaces de adelantarse a nuestras demandas y fabricar, organizar, crear aquello que les vamos a pedir?

  Terminé mi intervención hablando de esa librería futura en la cual es posible que no existan más estantes cargados de libros, aunque todavía vamos a necesitar un buen recomendador de lecturas, humano y no máquina, conversador, organizador de encuentros, guía, intermediario entre la gran cultura universal y nuestra ignorancia, capaz de descubrir lo nuevo y decidido a poner su apuesta en ello, una figura del mundo de los libros: un librero.

  Esta vez, el diálogo secreto lo sostuve con Radamés Molina, viejo amigo con quien volví a conectar hace unos días en Miami y quien, en estos mismos momentos, se encuentra empeñado en la implementación de un software para la lectura de textos electrónicos que ha patentado. El software, del cual brevemente pude ver una demostración, a la misma vez que organiza innumerable cantidad de datos para el hipotético lector (datos que pueden ser complementarios a lo que está siendo leído, o pasar a constituirse en el centro de una nueva lectura) también recolecta datos acerca de las estrategias de búsqueda de quien lee, sus intereses, equívocos o insatisfacciones. De este modo, mientras mayor es el archivo de esta base de datos, mayotr es el "conocimiento" que el libro-software adquiere de su usuario-lector y entonces comienza a ser capaz de hacer predicciones, de construir una suerte de "mapa mental" de quien lee y de ofrecer lo que va a ser solicitado.

  Después de aquí, mi amigo Alejandro Zamora recordó que en la Sala Guillén iban a ser presentados los Premios Calendario del pasado año, en particular el volumen “¿Es tan fácil ser hombre y difícil ser negro? Masculinidad y estereotipos raciales en Cuba (1898-1912)”, de Maikel Colón Pichardo. Gracias a la buena memoria de Ale, como lo llamo, llegamos a tiempo para escuchar la pormenorizada presentación de Aida Bahr y también de comprar otros de los títulos: “Amnesia del infierno”, de Roberto Vina Martínez; “Dentro de la boca del lobo”, de Dennis Mourdoch Morán; y “Trilogía sucia de Manhattan”, de Abel Fernández Larrea.

Y terminando aquí me fui al pequeño stand de las ediciones territoriales en el cual, sobre todo, me capturaron los poemas de Anne Sexton (en traducción de Manuel González Verdecia); los de Yanira Marimón (en ese libro cuyo título, “Contemplación vs. Acto”, me recuerda a Celan) y “El sendero de las fieras”, poemario de Pedro Juan Gutiérrez.

El viernes volveré a la Feria con varios momentos en mente: el panel sobre relaciones E.U. - Cuba al cual sigue la presentación del volumen “Play-Ball”, dedicado al tema; la presentación de “Cuando el futuro nos alcance”, antología de relatos de ciencia-ficción; la del e-book “Chispas, llamas y estrellas”; la de “Poesía India posterior a la independencia” y la esperada edición cubana de “Una nación para todos”, de Alejandro de la Fuente.

Creo que va a ser un buen día.



Victor Fowler Calzada
Zequeira 175 altos e/ Infanta y Cruz del Padre
Cerro, Habana 6
(a medio camino entre la Esquina de Tejas
y el stadium Latinoamericano)
Teléfono: 8734352
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Cercanías, distancias, impactos...

Este es el texto que leí en la conferencia "Cuba y los Estados Unidos en tiempos de cambio", que tuvo -durante los días 27 y 28 de enero- tuvo lugar en Georgetown University.


Cercanías, distancias, impactos..

Víctor Fowler (27-01-2015)

Partiré de una imagen popular entre las muchas usadas para representar a Cuba, en particular su capital, La Habana: un viejo automóvil estadounidense todavía rodando por las calles. Como si empezara a contar cosas, la foto ofrece información básica acerca de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos; tanto en cuanto al pasado-presente como respecto a algún futuro probable. Lo primero, y más más evidente, es que estamos delante de una pieza de museo, una reliquia casi mágica, capaz de sobrevivir en estado funcional a más de medio siglo sin relación comercial abierta entre los países. Lo segundo, que –por encima de cualquier voluntad entre los sectores dirigentes del lugar, cosa bien importante dada la posición de gran enemigo ideológico que los Estados Unidos han disfrutado en Cuba luego de 1959 y hasta la fecha- los habitantes han continuado conservando, utilizando y (de manera implícita) defendiendo los más diversos elementos de la cultura material procedentes del vecino norteño. Lo tercero, que detrás de la supervivencia de artilugios eléctrico-mecánicos (autos, refrigeradores, batidoras, máquinas de coser, etc.) se puede suponer que hay un grupo de expertos empeñados en conseguir esta supervivencia poco menos que imposible.


Puesto que también es probable que al quitar la carrocería del auto (Ford, Oldsmobile, Chevrolet, Cadillac) encontremos que el motor es de un auto de la antigua Unión Soviética, o que donde había gasolina hoy funcione un motor de petróleo, o la acumulación caníbal de piezas de origen diverso, simplemente fabricadas por técnicos cubanos, entonces estaríamos presenciando una combinación –otra vez milagrosa- de tecnologías, ideologías, épocas y, sobre todo, de creatividad. A la misma vez, la supervivencia de nuestro auto (en Estados Unidos, por ejemplo, un “original” de antes de 1959, que todavía ruede, tendría un precio considerable), no como objeto de lujo sino como un medio de transporte más en la vida cotidiana (la mayoría, o una cantidad enorme de ellos, trabajan como taxis en manos de propietarios privados) nos habla de estructuras y dinámicas propias del socialismo en su variante cubana; ya sea de la cuestión de los estamentos, clases y capas en las que está dividida la sociedad, así como de sus expectativas y símbolos de distinción. Al mismo tiempo, y dado que nuestro auto –de modo metafórico- todavía se ve obligado (como taxi) a brindar servicio, la imagen abre espacio en dirección a las múltiples insuficiencias socio-económicas de ese socialismo cubano y es como si también las comentara. A diferencia de cualquier otro sitio donde los símbolos de estatus que marcan la pertenencia al grupo élite no están directamente asociados a la necesidad, sino a la más valiosa oferta del mercado (sea esto lo ultra-moderno y con mayores prestaciones o, justo lo contrario, aquello certificado como antique) en Cuba se conectan con el uso inmediato; son herramientas para vivir mejor dentro de una cultura de la supervivencia.


Para tornar las cosas aún más raras, la posibilidad de acceder a este sector (de los poseedores de automóvil) depende de factores tan azarosos como pasar en el extranjero una larga estancia de trabajo o contar con la ayuda, igualmente desde el extranjero, de familiares, amantes o amigos generosos; esto nos habla de un país donde se prefirió el desarrollo de políticas sociales (por ejemplo, los sistemas de transporte colectivo) antes que favorecer la propiedad individual. Y, para terminar con algo ya casi esquizofrénico, casi cualquier cubano ha visto ese auto (asociándolo a “lo norteamericano”) desde la infancia, lo ha seguido en el tiempo, lo ha querido para sí; cuando dejaron de entrar al país los siguió contemplando –a lo largo de los años- en centenares de películas y ahora, después de la desaparición del antiguo campo socialista (justo cuando el descalabro económico hace más improbable la realización del sueño) los ha visto como nunca en una televisión y un cine repletos de estos inalcanzables objetos del deseo.


Me he dedicado a desarrollar esta suerte de desafío de la interpretación para introducir las siguientes posibilidades en cuanto a las cercanías que, según mi juicio, favorecerán una relación nueva y mutuamente beneficiosa (eso deseo) entre los Estados Unidos y Cuba; las distancias que dificultarán que esto suceda; así como -en caso de que ocurra- algunos impactos positivos, cautelas y peligros para ambos países.


Cercanías:

 

  • Cuba es incomprensible sin su larga y muy enraizada relación económica y política con los Estados Unidos. La supervivencia, así como la importancia (tanto real como simbólica) de muy variados elementos de la cultura material estadounidense es un elemento favorecedor.

  • A diferencia de las otras dos mega-naciones con las que el socialismo cubano estableció (o intenta) relaciones socio-político-económicas estructurales (Unión Soviética y ahora Rusia, además de China), la conexión con Estados Unidos entraña proximidad y hay, a nivel popular, una comunicación fluida asentada –sobre todo- en el consumo de producciones culturales del vecino norteño, en muy destacado lugar ropa, música, todo tipo de materiales televisivos, películas.

  • La misma condición crítica de la economía cubana, la agricultura y otras infraestructuras productivas y/o de comunicaciones y transporte, el deterioro del patrimonio habitacional y las potencialidades aún no aprovechadas (o sub-aprovechadas) para el turismo, son incentivos para la inversión y, en general, demandas por cubrir con producciones, servicios o simple consumo que generen beneficio.

  • El elevado nivel cultural medio de la población (un país de 11 millones de personas virtualmente sin analfabetos, donde la inmensa mayoría tiene más de 6to. grado de escolaridad, con centenares de miles de técnicos y graduados de nivel superior) permite imaginar la instalación/administración de empresas de alta complejidad (lo mismo de producción de software que de ensamblaje de naves cósmicas). En este punto, vale la pena destacar que el inglés es asignatura obligatoria desde la Educación Media hasta la Universidad, de modo que hay una larga cantidad de personas que, cuando menos, conoce los rudimentos de dicho idioma.

  • La baja tasa de crímenes, la elevada seguridad ciudadana, la baja prevalencia de VIH, así como la existencia de un sistema nacional de salud que –aunque muy dañado por la crisis- mantiene atención universal en la totalidad del territorio, son elementos de importancia para el aumento rápido del turismo desde Estados Unidos hacia Cuba.

  • La existencia de una comunidad cubana residente en Estados Unidos que, además de tener un alto peso relativo desde el punto de vista estadístico, posee una élite de importante poder económico, líderes sociales y figuras simbólicas reconocidas en ambos países, y que, si bien, por encima de la fractura política, conservó o ha reconstruido numerosos lazos con el país de origen, también muestra un alto nivel de integración en las dinámicas sociales, económicas y culturales de los Estados Unidos y en su aparato político. Dicho de otro modo: un amplio grupo de potenciales intermediarios para procesos de cualquier tipo en la medida que las circunstancias lo demanden y se vaya haciendo posible.

  • Intereses comunes en lo que toca a colaboración en el control de epidemias, tráfico de drogas en la región o, en general, lazos transnacionales de grupos criminales, además de la protección del medio ambiente.


Distancias:


A todas luces, la diferencia principal entre ambos países radica en sus distintas opciones en lo que toca a la organización y funcionamiento de las estructuras políticas, económicas y sociales; esto, demasiado evidente, conduce a visiones radicalmente opuestas cuando se introduce en la ecuación la formidable asimetría entre los dos Estados en términos de poder: entre la nación más poderosa del planeta y un pequeño territorio del subdesarrollo. Para cualquier negociación o proyecto futuro, esto es un elemento profundamente integrado a la cultura política de los cubanos después de 1959 (incluso en quienes están en el exilio/diáspora) que no debe ser subestimado.. Se trata de sociedades que, en sentido general, tienen y utilizan conceptos diferentes acerca de la más variada cantidad de asuntos; estos pueden ser resumidos en cuatro puntos diferenciadores o, simplemente, de conflicto:

 

  • Concepción sobre los derechos humanos (sociales y de la persona).

  • Concepción sobre la propiedad y la distribución de la riqueza (con énfasis en la ganancia individual o en el beneficio social).

  • Concepción sobre las formas de organización política en la sociedad (fundamentalmente centrada en la alternativa multipartidismo/monopartidismo, así como en los espacios y modos de la expresión política).

  • Concepción acerca de la independencia, la autodeterminación y la soberanía nacional.


En cuanto a amenazas adivinables, comienzo por dos en un mismo golpe; tal vez las más importantes sean: la violencia organizada (de grupos del exilio) y el endurecimiento del ambiente político en Cuba. Cualquiera de ambas cosas haría del diálogo una suerte de cautivo, y nos devolvería al mismo viejo mundo de tensión y retóricas bélicas. Por tal motivo, la prioridad para el diálogo, su condición fundamental, será explicar la propia necesidad y valor del diálogo entre países que –durante medio siglo? vivieron una historia tan crispada. Después de todo el daño que en este tiempo sufrió la relación entre ambas naciones, hay que construir una cultura del diálogo y una esfera pública común dentro de la cual políticos, intelectuales, y en general, los ciudadanos, puedan intercambiar sus diferencias, reconocer sus identificaciones y construir y soñar proyectos juntos.


La tercera amenaza, acaso la que más escepticismo o cautela despierta en Cuba, se refiere a que –en el reverso de la alegría y expectativas ante la posibilidad de restablecer relaciones los dos países- muchos se preguntan qué beneficio traen los cambios para sus vidas o si acaso significan algo; en nuestros términos, la amenaza de un nuevo inmovilismo, entre cuyas manifestaciones sobresalientes estará el incremento de un amplio sector desposeído.


Impactos:


La normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos cambiaría el mapa de las tensiones y divisiones de la región, e incluso influiría en la estabilidad y gobernabilidad, pues desaparecería el conflicto de larga duración que más polarización ha provocado a nivel internacional. Además de ello, es posible especular -acerca de lo que es imaginable que suceda- valiéndonos de la metáfora de un motor; es decir, partiendo de que el proceso deberá de arrastrar tras de sí a las economías de la región y las de otros bloques, organismos y/o países. Tal cambio e inyección de vitalidad en el inmovilismo cubano deberá de sacudir tanto la financiación como la producción, la exportación/importación, el planeamiento, el nivel de vida y las expectativas sociales, entre otros aspectos en la Isla. Los impactos de una relación fluida, y colocada en un nuevo nivel, entre Cuba y los Estados Unidos, serían tantos que apenas es posible esbozar unos poquísimos puntos de partida:


Económicos

 

  • Desarrollo de inversiones, a nivel macro, en los sectores de más evidente demanda: turismo, transporte, telecomunicaciones, agricultura y –en general- satisfacción de demandas alimentarias.

  • Participación, mediante inversiones directas, en el desarrollo, y ampliación de las micro-empresas cubanas.

  • Debilitamiento, todavía mayor, de la producción agrícola cubana al enfrentar, en condiciones de mercado, a sus pares estadounidenses. En su reverso, es también posible imaginar la existencia de una contribución a la inserción de Cuba en el mercado regional e internacional de productos agrícolas, mediante la implementación de una estrategia de complementariedad respecto a las producciones y dinámicas de comercio ya existentes en la región.

  • Contribución, mediante inversiones en industrias ensambladoras, a una reindustrialización de Cuba sobre bases nuevas.

  • Generación de estrategias que incluyan a Cuba en las líneas de comercio en la región.

  • Aceleración de los procesos de cambio en la estructura laboral de la Isla, haciendo ganar peso al turismo y, en general, a toda la esfera de bienes y servicios.


Políticos

 

  • Contribución al surgimiento, fortalecimiento e incremento de procesos y proyectos sostenibles en cuanto a las relaciones entre la población de Cuba y las comunidades cubanas en el mundo.

  • Cambio en cuanto a la percepción política que –luego de 1959- en Cuba se ha elaborado y acendrado acerca de “lo norteamericano”. Desdibujamiento de la noción de enemigo.

  • Posibilidad de que se produzca un debilitamiento paulatino del liderazgo y control que el PCC ejerce sobre la sociedad cubana.

  • Inicio de procesos de demanda y/o regularización del uso y/o consumo sin licencia o previo pago de derechos de autor de producciones culturales, software u otro tipo de producciones cuyas patentes a autoría están legalmente reconocidas en los Estados Unidos.

  • Aumento y refinamiento en la coordinación de esfuerzos para combatir en la región cualquier modo de crimen organizado.

  • Encauzamiento de reclamaciones y demandas relativas a las propiedades confiscadas por las autoridades revolucionarias, así como por concepto de daños a consecuencia del embargo/bloqueo o acciones lesivas a personas, instalaciones o procesos que hayan tenido lugar violando la soberanía de Cuba y con el consentimiento de autoridades del gobierno de los Estados Unidos.

  • Profundización en el estudio de los modelos de organización social en situaciones de crisis masiva, en especial lo sucedido en Cuba en los momentos inmediatos al llamado Período Especial.

  • Contribución a la recuperación, sobre bases nuevas, de respeto a la autodeterminación y soberanía, de una visión integradora acerca de la gobernabilidad y el desarrollo en la región.


Sociales

 

  • Empoderamiento de  nuevos grupos o sectores del país a partir de su integración a las nuevas oportunidades que deberán abrirse a medida que aumenten las relaciones económicas con los Estados Unidos o por simple apoyo económico de organizaciones o individuos de aquel país a sus pares cubanos. Esto es particularmente cierto en el caso de conjuntos como los formados por sujetos queer, grupos de creyentes religiosos, de raza negra (china o judíos), entre otros.

  • Impulso a modalidades de “diplomacia directa” acorde al incremento que sea en la cantidad de norteamericanos viajando a Cuba. Esto deberá iniciar un enorme escenario de confrontación, diálogo e intercambio en cuanto a todo tipo de mensajes sobre ambos países, culturas, sociedades, modos de vida y sistemas de valor.

  • Incremento de la presencia estadounidense en toda la geografía del país, equivalente a una “deslocalización” de la confrontación, diálogo, intercambio e influencia.

  • Aumento acelerado en el uso masivo de Internet y la telefonía celular. Esto deberá de tener muy profundas consecuencias políticas, sociales, económicas, culturales, científicas, etc.



Culturales y científicos
  • Introducción en Cuba –mediante el ejemplo de la experiencia y realidad de los Estados Unidos- de saberes nuevos acerca de la sociedad, muy en particular en lo que toca a los discursos sobre las minorías: mujeres; homosexuales, lesbianas y queer en general; sujetos de raza negra; discapacitados; creyentes religiosos, etc. Directa conexión de estos discursos acerca del derecho con la noción de ciudadanía.

  • Ampliación en número, variedad temática y extensión de proyectos de interés académico, en especial visitas, cursos, investigaciones conjuntas, publicaciones, congresos u otros eventos bilaterales entre expertos de ambos países.

  • Incremento de los proyectos de intercambio deportivo y cultural, ya sea esto de baja escala (en una suerte de “diplomacia personal”) o que enfoquen la atención por su alto contenido simbólico y arrastre popular (mega-conciertos, exhibiciones de tecnología, arte, producciones industriales, relacionadas con la agricultura u otras).

  • Aumento y regularización de los intercambios de información y tecnología, de modo que Cuba pueda ser integrada en proyectos científicos regionales o sean creados los de carácter bilateral, ya sea esto en tareas de investigación pura o de formación, etc.

  • Aumento y refinamiento en la coordinación de esfuerzos para combatir en la región cualquier amenaza de epidemia, plaga o enfermedad, lo mismo para personas que animales o plantas.


Despedida


Si bien algunas de estas líneas perspectivas tal vez incluso se contrapongan entre sí, todas están abiertas a lo posible; a la misma vez, cosa que no debemos olvidar, todas pueden ser organizadas acorde a la intensidad del efecto según grupos etáreos (los jóvenes son el sector más fascinante), género, localización geográfica, preferencia sexual, ocupación, nivel cultural, integración política, etc. En este sentido, cualquiera nueva relación entre ambos países equivale al inicio de un gigantesco proyecto de reingeniería, verdad u oportunidad, que lo mismo funciona para Cuba, que para el resto de la geopolítica regional, así como los balances y –en general- la ciencia de la política interna en los Estados Unidos, e incluso en la geopolítica mundial.


Si de relaciones entre vecinos cercanos se trata, uno con la economía más poderosa que se pueda imaginar y el otro un pequeño territorio de escasos recursos, uno con producción pujante y el otro debilitado, uno de matriz cultural anglosajona y el otro hispana, tuvieron ambos países la oportunidad de enseñar un modelo de armonización de diferencias en 1898 y a lo largo de la República. Una segunda oportunidad de diálogo (que ya sabemos terminó en ruptura) llegó en 1959, con la introducción del elemento político, y ha durado hasta la fecha. Esta de ahora es la tercera oportunidad y, desde mi punto de vista, se trata de un privilegio, pues muy pocos países en la Historia han tenido ocasión de reconstruir vínculos de este tipo después de haber mantenido durante largo tiempo posiciones de hostilidad –y esto creo que es lo fundamental- sin que consigan predominar el rencor y el odio.


Además de todo lo anterior, el restablecimiento de relaciones económicas entre Cuba y los Estados Unidos (suponiendo que arribe a su máximo posible con la derogación de la Ley Helms-Burton y el levantamiento del embargo/bloqueo) no puede sino conducir a un reordenamiento radical, nuevamente conectado con sus mercados más cercanos y lógicos, así como con las opciones de adquisición de tecnología o recepción de créditos y financiamientos. Si bien esto genera entusiasmo, la deriva hacia la simple racionalidad también viene acompañada de aprehensiones, pues se puede suponer que haya un sector (incluso progresivo) que va a quedar fuera de las áreas que se constituyan en motor de la economía. Si esto es así, entonces el problema a enfrentar (en un nivel todavía más urgente que en cualquier versión anterior del acertijo) será el impedir que se constituyan en “bolsones” de  pobreza, para dinamizarlos y hacer que “descubran” o “liberen” su capacidad como productores dentro de un juego económico con reglas nuevas. El entramado es tan tenso que, curiosamente, el Estado cubano va a necesitar cada vez más de una sociedad civil fuerte, que sea a la vez su contraparte dialógica y su aliada; de este modo, puesto que lo que ocurra en Cuba va a tener que ser sostenido entre todos, es urgente convertir el cambio en debate de la cosa pública, reclamando a los expertos y arrancándolo a los expertos, favoreciendo que las bases revelen su "voz" y contribuyendo a las más diversas formas de auto-organización en términos productivos.


Es de esperar que, en lo adelante, se multiplique el proceso de intercambio, debate, concertación y planeamiento conjunto entre los dos países, en un camino que sabemos lleno de dificultades, pero también de oportunidad. Los políticos, empresarios, figuras sociales e intelectuales públicos -todos aquellos que lideran y modelan el debate social- de ambos actores de la Guerra Fría y de ambas Cubas, tienen ante sí una enorme responsabilidad. De ellos esperamos que sustituyan hostilidad por colaboración, antipatía por esperanza, increpación por diálogo, venganza por perdón y reconciliación, violencia por paz, destrucción por entendimiento, ruptura por intercambio y daño por creación. Que construyan un mundo nuevo en el cual sean sanadas las heridas y fracturas de generaciones. Un mundo que reconozca y multiplique la potencia de generaciones: de nuestros hijos..





Victor Fowler Calzada
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Crónica acerca de la conferencia "Cuba y los Estados Unidos en tiempos de cambio", que tuvo -durante los días 27 y 28 de ener

He aquí una crónica acerca de la conferencia "Cuba y los Estados Unidos en tiempos de cambio", que tuvo -durante los días 27 y 28 de enero- tuvo lugar en Georgetown University.

Memorias de Washington
por Victor Fowler

 Un simpático chofer y guía de turismo boliviano, hablante fluido de cuatro idiomas, viajero por el mundo y conversador inacabable nos llevó - a los más de 10 cubanos que desde la Isla viajamos para ser parte de la conferencia titulada "Cuba y Estados Unidos en tiempo de cambios"- a un tour por los monumentos históricos de la ciudad. Víctor, que así se llamaba nuestro chofer-guía, resultó un personaje fascinante que aseguró haber recorrido el mundo varias veces y llevar más de cuarenta años sin regresar a su país, nos asombró por el conocimiento enciclopédico que mostró de la historia estadounidense. Para mayor agrado, cuando nos enseñó el monumento a Thomas Jefferson y comentamos acerca de las relaciones de este con su esclava negra Sally Hemings (relación de la cual nacieron 7 hijos), resultó que Víctor leía exactamente un libro sobre eso.

 Dentro de las varias aproximaciones que es posible utilizar para entender la trascendencia y sentido de los monumentos históricos, está el considerar que son  el tipo de transformación del espacio público que ha sido concebida para impactar.

 El monumento, con su forma y tamaño, nos hace sentir la enormidad de la Historia y de aquellos que la impulsan. A la misma vez, y ahora en dirección opuesta, el  hecho de ser un tipo de construcción diferente a las que lo rodean, hace del  monumento una gran forma o volumen que atrae la mirada; aún así nada es tan  curioso como el hecho de que, mientras más nos acercamos, la enormidad  se transforma en una suerte de diálogo desde la intimidad, una experiencia interior que nos adentra en la Historia de otro modo.

 Así nos fuimos sintiendo al pasar por entre paisajes que -gracias al cine y la  televisión- nos acompañan desde siempre: la Casa Blanca, el Capitolio, el Pentágono y, sobre todo, los monumentos dedicados a Martin Luther King Jr., Thomas Jefferson, George Washington y el Lincoln Memorial, esa estatua enorme en posición sedente con la que es homenajeado el presidente grande y leñador.

 Fue hermoso encontrarnos allí una docena de cubanos que apenas unos días antes no nos conocíamos (o sólo de manera fragmentaria), que en ese par de días compartiendo experiencias habíamos aprendido a respetarnos y querernos, y que -antes de regresar a Cuba- queríamos agradecer y rendir homenaje. Y todavía fue todo más visceral dado el motivo de nuestro viaje (exponer ideas e intercambiar argumentos en la conferencia "Cuba y Estados Unidos en tiempo de cambios"), así como por la fecha: a escasas semanas de que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro sorprendieran al mundo con el anuncio de que las relaciones diplomáticas entre los dos países iban a ser reestablecidas.

 Organizada de manera conjunta por Cuba Posible (cuyas figuras líderes  son Roberto Veiga y Lenier González) y por el Cuba Research Center, dirigido por Phillip Peters, la conferencia convoco a un grupo de invitados cubanos que trabajan y viven en la Isla, junto con académicos y figuras del mundo empresarial y de la diáspora cubana, así como a una representación del Departamento de Estado a sostener varios intercambios acerca del presente y futuro de las relaciones entre ambos países. Mesas de discusión, en las que la lectura de textos fue seguida por rondas de preguntas, alternaron con la  exposición de experiencias testimoniales (cosa que hizo el trío de cuentapropistas provenientes de la Isla); la exploración de posibilidades futuras de la relación económica entre ambos países; una insólita sesión (suerte de refrescante brain-storming) en donde se invitó a exponer de modo colectivo las cosas que desean y esperan del re-establecimiento, y par de intervenciones especiales, la de Alberto Coll (cubano que llegó a ocupar el cargo de Subsecretario de Defensa durante la administración de George Bush, padre) y la de Edward Alex Lee (actual Subsecretario Adjunto de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado). La variedad de ángulos desde los cuales fue enjuiciado el gesto de los presidentes el 17-D, lo sucedido hasta hoy y los futuros previsibles que fueron explorados, resultaron aún más valiosos la diversidad entre los invitados a exponer, lo mismo en cuanto a lugares de procedencia que ocupación, raza, género o filiación política.

 Martes, 27 de enero de 2015, el primer día.

 La conferencia comenzó con una introducción y saludo, por parte de Phillip Peters, después de lo cual se presentaron los textos de la primera de las mesas, titulada "Cambiando a Cuba - Política y sociedad". El primero de los ponentes, el ensayista y poeta Víctor Fowler, propuso la idea de que el cambio en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba era equivalente a un gigantesco proyecto de ingeniería social. Fowler señaló los aspectos más destacados que deberán contribuir al cambio, los obstáculos más evidentes para obstruirlo, así como los impactos más previsibles en las esferas económica, social, política y cultural. La intervención de Roberto Veiga abordó el impacto de esta relación nueva en el orden político dentro de la Isla, su conexión con la necesidad de ampliar los marcos de inclusión y oportunidades de participación en la construcción y corrección de la democracia cubana, así como la necesidad de realizar todas las transformaciones que propicien más libertad, al tiempo que también impliquen la defensa de la independencia y soberanía nacionales. En cuanto Lenier González, este centró su intervención en la complejidad de la sociedad civil cubana y en la demanda de participación que el nuevo escenario demanda de ella; según su perspectiva, Cuba está abocada a una transformación que solo desplegará sus posibilidades en la medida en la que la sociedad civil aumente su complejidad y dinamismo. Esto conduce a una responsabilidad compartida entre los actores de esta sociedad civil y los líderes del Estado, a quienes toca favorecerla, estimularla y protegerla.

 El segundo panel de la mañana se tituló "Debates actuales en Cuba" y propició un amplia cantidad de intervenciones del público. Julio Cesar Guanche presentó un texto en el cual, recurriendo a estadísticas tomadas de fuentes internacionales, identificó numerosos indicadores en los cuales Cuba garantiza la protección de derechos a todos sus ciudadanos por igual. Si bien para Guanche esto es una muestra concreta de realización de una intencionalidad democratizadora, su concepción del Derecho tiene su base en la idea de interdependencia de los derechos sociales y políticos; de esta manera, donde mismo el proyecto político cubano genera democracia (al proteger a su población, en particular la más desposeída), limita democracia (al demostrar múltiples debilidades en cuanto a la promoción de la participación, la asociación y el ejercicio de la crítica). Michel Fernández argumentó acerca de los desafíos de la institucionalidad jurídica para evolucionar hacia mejores mecanismos que garanticen el universo de derecho de los cubanos. Elaine Díaz presentó una interesante descripción de como las nuevas tecnologías han impactado la esfera pública cubana, dando origen a audiencias nuevas y a un nuevo tipo de intelectual para quien el activismo en la red y el debate público de los males sociales es un imperativo.

 Dos paneles completaron la sesión de la tarde. En el primero, María Isabel Alfonso, Harol Cárdenas y Michael Bustamante, analizaron la necesidad de conseguir, cada vez más, la inserción de la emigración cubana en las dinámicas sociales de la Isla. Esto generó un debate interesante que, desde posiciones diversas, mostró un consenso sólido en tono a este propósito. En el otro panel, Julia Sweig, William Leogrande y Geoff Thale, dialogaron con los participantes acerca de las posibilidades de la administración Obama para avanzar en el restablecimiento de relaciones entre los dos pueblos.

 Miércoles, 28 de enero de 2015, el segundo día..

 El segundo día comenzó con una mesa de particular interés: la de los tres cuentapropistas que expusieron sus experiencias como dueños de negocios privados en la Cuba de hoy. Sus testimonios introdujeron la opinión de un sector emergente que, pese a dificultades, se afianza cada vez más dentro de la economía cubana tanto por su importancia simbólica como por su significación relativa. Los expositores de esta parte del día fueron: Luis Dueñas (de la consultoría económica Scenius, primera de carácter cooperativo en el país); Niuris Ysabel Higueras (dueña del restaurant L’Atelier) y Yovanni Cantillo (dueño de La Isla, una agencia inmobiliaria privada). Los emprendimientos que estos actores protagonizan en el espacio de la nueva economía cubana, son el mejor ejemplo de que los cambios van teniendo lugar; este mundo -que funciona con capitales propios, con trabajo individual, familiar o asociado, y que enfrenta numerosos problemas (la enorme inestabilidad del mercado de suministros, acaso el más negativo)- al mismo tiempo prueba que para loa pequeños propietarios cubanos es posible funcionar y de crecer.

 La intervención especial de Edward Alex Lee (Subsecretario Adjunto de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado) atrajo gran expectativa y provocó comentarios que, en una atmósfera de respeto, cuestionaron aspectos de su discurso. Para el señor Lee la reconstrucción de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos debe respetar principios innegociables (por ejemplo, el derecho de los diplomáticos estadounidenses a moverse libremente por el país y el de todo ciudadano cubano a acercarse, sin consecuencias, a la sede de la futura embajada de Estados Unidos en Cuba) y es una oportunidad para promover la democracia en Cuba. A la pregunta de si la Ley de Ajuste Cubano sería revisada o eliminada, Lee respondió que su país la mantendría en tanto el orden político cubano permitiera imaginar la existencia
 de lo que denominó "amenazas creíbles" para la vida de personas que se acogen a esta legislación, por ejemplo, balseros a los que se aplica la normativa "pies secos, pies mojados". En este punto, Fowler cuestionó la lectura exclusivamente política de la emigración cubana, así como la obstinada renuncia de las autoridades estadounidenses a aceptar que las protecciones garantizadas por la Ley de Ajuste Cubano son el incentivo mayor para perpetuar la situación que la misma Ley quiere solucionar: la de un grupo al cual se hace necesario, por motivos políticos, proteger. Dicho de otro modo, que la Ley de modo implícito politiza (o es la mejor condición para politizar) hechos mayormente económicos. Además de esto, Fowler expresó el deseo de que el concepto "amenaza creíble" como tal forme parte de las discusiones futuras que deberán conducir a la normalización de las relaciones. Harold Cárdenas y Roberto Veiga se refirieron ambos al concepto de "soberanía nacional" y a la visión simplificadora con la que numerosas personalidades políticas estadounidenses emiten juicios acerca de la sociedad civil cubana, privilegiando en su atención y apoyo a un sector (identificado como disidencia política), al tiempo que muestran escaso interés o negligencia absoluta en cuanto al devenir y logros de otros sectores muy amplios de la sociedad cubana. Finalmente, Veiga habló de la importancia de hacer la gran cantidad de cambios que la sociedad cubana requiere, pero no porque lo desee el gobierno de Estados Unidos, sin su tutela y sin poner en riesgo la soberanía. Hugo Cancio se preguntó si esto de ahora no era acaso un modo de que Estados Unidos ahora intentase lograr sus objetivos, pero “por otras vías”.

 La última de las mesas llevo como título "El futuro de las relaciones económicas" y contó con la participación de Devry Boughner (Cargill), Jodi Bond (Cámara de Comercio) y Carlos Saladrigas (empresario cubano). Aquí Boughner habló sobre el deseo de Cargill (empresa que ya vende alimentos a Cuba) de multiplicar la cantidad de negocios que hace con el país, colocar inversiones y buscar opciones para la complementariedad de producciones entre los agricultores cubanos y las decenas de miles con las cuales Cargill negocia por el mundo. Además de ello, Boughner anunció que el mes próximo viajará a La Habana un amplio grupo de granjeros estadounidenses para estudiar sobre el terreno posibilidades de colaboración. Bond habló de los esfuerzos, a lo largo de años, que la Cámara de Comercio (organización que agrupa a más de 10,000 empresarios) hizo para conseguir el levantamiento del embargo/bloqueo, así como de la voluntad de la organización de dar inicio a negociaciones con Cuba en cuanto sean públicos los permisos exactos acerca de lo que va a ser permitido por el gobierno de Estados Unidos como comercio autorizado con Cuba, así como las disposiciones concretas para hacerlo. Saladrigas, por su parte, presentó un muy estructurado y meditado proyecto enfocado en lo que –según su opinión, sin desmontar la estructura socialista cubana- puede ser hecho para potenciar el crecimiento de pequeños y medianos propietarios privados; en su concepto, la recuperación económica solo puede alcanzarse gracias a la expansión y protección de los sectores de clase media y propietarios privados.

 Final

 No hay manera de que los problemas pertinentes a las relaciones entre Cuba y Estados Unidos puedan ser analizados en solo dos días; sin embargo, si se mantienen captando ojos y oídos, y analizando el cerebro, hay mucho que puede ser aprendido. En el tipo de escenario volátil que es la política internacional, la velocidad es un factor de primer orden; y el presidente Obama -con todo lo que esto implica para colocar su autoridad al servicio de la realización de un proyecto- aun estará en el poder dos años, mientras que el presidente Raúl Castro promete pasarlo en tres años a un líder de la nueva generación. Hay un imperativo o condicionamiento temporal para que las transformaciones comiencen, ganen en rapidez y pasen a una etapa de fortalecimiento.

 Más allá de transformaciones superficiales o medianas, un cambio tal sólo podrá ser alcanzado con la más amplia participación imaginable de la sociedad civil cubana y en la medida en que sus actores más representativos ocupen posiciones de liderazgo. Pero para ello, hay que superar y abandonar la paradoja según la cual la sociedad civil es parte de lo enemigo porque se deja entonces de entenderla en su complejidad y legitimidad de demandas; de considerar que -porque no es algo tan manejable y simple como la polaridad oposición/gobierno- entonces ésta formada por sujetos peligrosos, portadores de conflicto, cuyas acciones resulta imperativo limitar. Estos sectores -que no se reconocen como oficialistas ni como opositores- arriesgan, trabajan y, como parte de un largo proceso, construyen cimiento para cambios en Cuba.

 Al calor de las discusiones, que después del salón nos acompañaban hasta el hotel, también se nos hizo más claro que el intercambio no se limita a la esfera de lo económico, pues una verdadera normalización incluye la interconexión de estructuras políticas y administrativas; la comunicación entre ciudadanos de dichos países; y la reconstrucción del tejido social y cultural entre ambos. Normalizar es buscar y fortalecer las bases de lo común, así como descubrir, respetar, intercambiar y armonizar lo diferente. Un proceso semejante no excluye la crítica, pero –en lugar de la presión, la amenaza o la violencia directa- reconoce el diálogo como principal mecanismo de solución de divergencias o conflictos, y crea y protege los espacios para su práctica permanente. De esta manera, los retos culturales de la normalización también suponen aprender de Estados Unidos, de su economía, cultura, sociedad y tradiciones políticas; en especial de los logros obtenidos por diversos sectores sociales de este país en sus luchas por derechos y reconocimientos.

 Por ello fue tan emocionante desafiar el frío nocturno y terminar la conferencia con ese recorrido por la Historia que al inicio mencionamos. Ya se sabe que muchas cosas se estremecen en nuestra profundidad cuando miramos un monumento y quisimos apuntar hacia la creación de una relación nueva que descarte los malos referentes de épocas pasadas; no importa lo difícil o imposible que ello pueda parecer, preferimos soñar que eso nuevo puede ser construido y debe ser el horizonte de cualquier contacto entre dos que –a pesar de estar tan cerca y visceralmente enlazados- han sido enemigos tanto tiempo.

 En una especie de casualidad histórica nos ha sido concedida, por tercera vez, la oportunidad de construir un modelo de relación entre países vecinos en condiciones de asimetría poco menos que radical. Como en una batalla mítica socialismo y capitalismo; enormidad territorial y pequeñez; economía poderosa hasta lo impensable y economía erosionada, ruinosa. Si bien es cierto que en tales condiciones carecemos de la suficiente comprensión acerca de cómo fabricar estas relaciones mejores y de cómo desarrollar de esta manera los ámbitos de la realidad cubana trasnacional, esto no constituye un déficit a lamentar, sino un reto que llama al entusiasmo, pues la carencia implica la posibilidad.

Aspiramos a que, en lo adelante, se multipliquen los procesos de intercambio, debate, concertación y planeamiento entre ambos países. El camino esta erizado de peligros y dificultades, pero también de oportunidades y aperturas.

Una muestra de que lo anterior resulta factible ha sido la participación de uno de los miembros de Cuba Posible (Víctor Fowler) en el equipo que, bajo la dirección del profesor y ensayista Alan West, hizo esa bella enciclopedia en dos grandes tomos que es "Cuba: history, culture, society" (publicada por la casa editorial Cengage Gale). Este volumen, que reúne trabajos de casi 200 académicos e investigadores (lo mismo viviendo en la Isla que en la diáspora cubana o de estadounidenses, entre otros), es modelo de participación en un gran proyecto común dentro de una atmósfera de respeto, intentando verter juicios equilibrados y sin demonizaciones, para así construir la imagen de un país complejo y fascinante para el cual la relación con Estados Unidos es tan normal y necesaria como problemática y en ocasiones angustiante.

 Fue un privilegio entregar al Sr. Lee, como regalo para el Departamento de Estado, el único ejemplar que teníamos. Al recibir el presente el Sr. Lee bromeó diciendo que prometía ser honesto y entregarlo a su destinatario, aunque bien que deseaba poseer un libro así; ahora resta convencer a la editorial de que envíe ejemplares al organizador de nuestra conferencia, Phillip Peters; al Sr. Lee; así como a la Sra. Roberta Jacobson; al Secretario de Estado Sr. Kerry y al Presidente Obama.

Necesitamos conocernos mejor.

Victor Fowler Calzada
Zequeira 175 altos e/ Infanta y Cruz del Padre
Cerro, Habana 6
(a medio camino entre la Esquina de Tejas
y el stadium Latinoamericano)
Teléfono: 8734352
Celular: 5835 9986
  



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