domingo, 15 de mayo de 2016

El orgasmo revolucionario

Hace pocos días, casi cuando mismo en la capital del país se celebraba una nueva edición de la Jornada contra la Homofobia y la Transfobia, a unos 100 kilómetros de distancia, en la ciudad de Cárdenas, un grupo de homosexuales fue detenido por la policía bajo la acusación de prostitución. La noticia aparece en una breve comunicación titulada “Detienen a gays, lesbianas y travestis en Cárdenas a pocos días de la IX Jornada contra la homofobia y la transfobia en Matanzas”, aparecida el pasado 13 de mayo dentro del blog “Afromodernidades” y con la firma del intelectual cardenense Alberto Abreu Arcia. Acompañando la noticia aparece la borrosa fotografía nocturna de una esquina en la cual se encuentran parados dos jóvenes vestidos y maquillados como mujeres.

Si es cierto o no que han cometido el delito del que se les acusa es algo que debe de ir precedido por una discusión profesional acerca de los límites para la definición de esa práctica que la autoridad tipifica como violación de legalidad establecida; dicho de otro modo, en el contexto de lo sucedido, resolver la contradicción entre la actuación policial y lo que en la nota expresa quien se identifica como Lulú: "...yo estoy en mi mundo. Ellos saben a lo que yo me dedico y lo que yo realizo. No sé por qué ellos caen en lo mismo”. O sea, las particularidades de esos dos “mundos” que funcionan según reglas diferentes, encontradas, opuestas.

Al mismo tiempo, la discusión acerca de los términos y contenidos del supuesto delito interesa menos que la repetición, en los testimonios, de lo que quien se identifica como Yanira describe del siguiente modo: “...cuando llegamos a la unidad, [ocurrió] lo mismo que ellos hacen siempre: reírse de uno, tenernos hasta tarde y querer levantarnos una Carta de Advertencia por prostitución masculina. Las áreas donde nosotros nos paramos las están alumbrando. Nos están como cerrando los pasos, sinceramente”. Es lo mismo a lo que se refieren Lúlú y Yadira quienes, según escribe el articulista: “no entienden esta situación y mucho menos por qué la policía cada vez que l@s detiene, l@s toman como objeto de burlas.” Algo que nuevamente aparece en el siguiente fragmento: “Cuándo le pregunté si tenían el nombre del policía o el número de la patrulla, Lulú respondió: “Ellos no dan ningún nombre”. (...) “fíjate si nos tratan como un cero a la izquierda”, y señala que le preguntó el nombre al oficial, y éste le respondió que no le tenía que dar ningún nombre, “que eso no era problema mío”.

II

Las preguntas de investigación a derivar de lo anterior, de no ser dolorosas, serían fascinantes como ejemplo de aquellos límites en los que el poder de-vela sus componentes más oscuros, donde comienza a poner en práctica una espeluznante auto-fagia. Lo primero de ello, la obscenidad de esa risa (completamente despreciable) gracias a la cual el contenido de la ciudadanía queda vaciado durante la situación de conflicto; dicho de otro modo, cuando la autoridad utiliza el poder en ella delegado para reirse de aquel a quien debiera de proteger. Aquí es necesario que quede absolutamente claro que esa autoridad no posee poder divino alguno, sino que en ella está depositado el poder de esa entidad colectiva denominada “pueblo”, dentro de la cual están estos propios sujetos burlados.

Este cambio de función, de la protección a la humillación, es explicable sólo si esos a quienes se considera delictuosos son apreciados como diferentes, “otros”; pero no según lo que “hacen”, sino partiendo de un medidor externo (para ello se suele apelar, como si todos compartiéramos su contenido, a algo a lo que llamamos “lo moral”) que los ridiculiza y priva de derecho ciudadano, que transforma a personas en juguetes o involuntarios payasos. La clave aquí es que esta policía que ríe no lo hace contra todo tipo de detenido, sino contra un particular tipo de detenido y no lo hace una vez, sino que lo hace siempre: "lo mismo que ellos hacen siempre: reírse de uno”. Puesto que es bastante poco imaginable que la policía se burle de los asesinos, ante quienes lo humano es experimentar horror, ladrones, violadores, secuestradores de niños o enemigos políticos, imaginar a quién o quiénes queda reservada, destinada, esa alegría perversa.

La risa es sólo la mitad obscena del abuso porque en su reverso el poder enseña su lado más desnudo y áspero como violencia simple; esto explica que el policía no sólo sea ríe, sino que (violando las propias normas de transparencia que supuestamente presiden el trabajo de la institución en sus relaciones con la población) se niegan a decir sus nombres, números, cualquier cosa que pueda identificarlos (para una futura queja) y tal vez hasta adopten una entonación de rufianes, pues es más que dudoso -hjaciendo otro ejercicio de imaginación- que lo siguiente haya sido dicho con delicadeza y respeto: “le preguntó el nombre al oficial, y éste le respondió que no le tenía que dar ningún nombre, “que eso no era problema mío”.

III

La violencia de lo sucedido ese día es un pequeño punto dentro de la larga historia de obsesión homofóbica por parte de las autoridades cubanas a lo largo de más de medio siglo; una obsesión que fluctúa en sus intensidades, pero que practicamente no ha dejado de existir nunca. En un chiste de mis años de secundaria (nací en 1960), la policía rodea la zona de Coppelia una noche, llena con homosexuales todo un camión con rejas y, antes de abandonar el lugar, comienza el chequeo de identidad de los detenidos. El policía encargado pregunta los nombres y todos van respondiendo con voz afeminada, pero llegan a uno que -de modo áspero y en forma crudamente viril- contesta que su nombre es Ramón Pérez. “¿Y este que está al lado suyo quién es?”, pregunta el policía. “¿Este?, responde el detenido, “¡este es mi marido!”. Lo que intensifica el chiste es que la última parte debe ser pronunciada con voz y gestualidad exageradamente femeninas.

O lo que es lo mismo a decir que nada desaparece, sino que deja residuos -de todo tipo y en todas partes- pues el chiste no flota sobre el aire, sino que corresponde a las penosamente célebres “recogidas” de los años 70 del pasado siglo en esa zona de la capital habanera. La violencia homofóbica quizás necesite de un mapa (que abarque los espacios, pero también las temporalidades) que nos posibilite ver, leer, el paisaje global de la violencia en una larga cadena de actos pequeños que lo mismo abarca iluminar una esquina particular que “higienizar” un sitio de reunión homosexual, reirse de un detenido que hacer chistes homofóbicos en un espectáculo público sin que ello merezca consecuencias.

IV

Esta disposición permanente, esta manía de controlar los cuerpos, en el escalón superior se manifiesta en dimensiones bio-políticas: movilizaciones militares o hacia la agricultura, espacios de supuesta purificación (como fueron las también célebres UMAP), desfiles que duran horas y se extienden a lo largo de kilómetros, jornadas de trabajo voluntario, tablas gimnásticas. La explosividad de cuerpos sanos (o a los que se intenta sanar), pasando de uno a otro sitio, activando, transformando; si pudieran ser calculados bajo la forma de energía generarían tantos millones de joules como el Sol, Cuerpos comunicando el espectáculo y la sensación de su cantidad de fuerza y de su limpieza esencializada.

El pasado 14 de marzo de 2016 apareció en el blog “El Estornudo” un artículo de Carla Gloria Colomé que -dedicado a explorar el mundo de los vendedores de “objetos de placer"- lleva como título “Vibradores vendo yo”. Se trata de un negocio que subsiste por debajo del radar, ya que la importación de dichos objetos” está prohibida en el país pues se le considera material pornográfico. Además de entrevistas a varios personas del negocio la autora busca establecer contraste con la opinión de trabajadores del aeropuerto que ofrecen detalles acerca de las prácticas de Aduana al respecto.

En este punto, si algo llama la atención es la mezcla de tolerancia y obscenidad. Lo primero porque, a pesar de todas las disposiciones (y obsesiones) legales, según informa el texto: "Nunca, al menos Yanara y los aduaneros que con ella trabajan, han decomisado ningún juguete sexual.” Lo segundo porque, según la misma testimoniante, "El trabajo en un aeropuerto es largo, extenso, agotador, (...) Algo hay que hacer para que el tiempo corra.” y es entonces que:

“A veces damos chucho entre nosotros, para variar un poco el día, el pasajero se muere de la vergüenza y me dice no lo saques y yo le digo por qué, a ver, por qué. Y llegan otros aduaneros con caras serias, el pasajero impaciente, hasta que sacamos el instrumento, y todo el mundo alrededor comienza a reír.”

En este fragmento la bondad (la disposición a entender el deseo del otro y aceptarlo como legítimo) pasa por el riesgo (de perder el trabajo si se es descubierto en un transparente ejemplo de “mano blanda”) e incluye la obscenidad (al exponer la más recóndita intimidad de ese mismo otro al que se ofrece una cómplice ayuda). O sea, en un mismo movimiento se hace burla del poder y se le reverencia.

V

En cualquiera de ambas historias, la de policías que se ríen de sus detenidos o aduaneros que ser burlan de la intimidad sexual de viajeros, son elementos comunes el que la posibilidad de actuar de tales modos se fundamenta en la autoridad y el hecho de que un grupo de sujetos ha sido colocado, señalado, ubicado, distinguido, identificado como seres de un límite donde las protecciones terminan.

No pocas de las contracciones futuras de la vida cubana van a pasar por esos límites y, en general, por el concepto mismo de límite y todo lo que implica; por el análisis de los involucrados en esta prácticas des-ciudadanizadoras y sus diversas conductas; por la calidad pública de hechos y personas o la voluntad de acumular silencio sobre ellos. Dicho de otro modo, van a ser debates propios de la tensión entre demandas de carácter civil y Estado, entre condición ciudadana y Estado de Derecho, entre democratización y autoritarismo. Puesto que nunca, bajo ninguna circunstancia, puede la policía burlarse del detenido, por des-ciudadanizar (palabra inventada) debe entenderse cualquier práctica cuyo diseño y efectos conduzca al aligeramiento del contenido de la noción “ciudadano” mediante la sustracción de derechos y la invención, enteramente impune, de atribuciones que no tienen ni el Estado ni sus órganos represivos, de control, administrativos o de reproducción de ideas.

Para terminar, confieso que, contrario a las normativas, me agrada la idea de un socialismo con consoladores: lo mismo importados que fabricados en el país y vendidos. Lo que suceda en el interior de una práctica erótico-sexual -individual, de pareja o múltiple- sólo debe de interesar a los implicados y el Estado sólo debería intervenir cuando haya afectación a terceros, violación del mutuo consenso y hasta ahí. El resto de lo que el Estado hace es vigilar las fronteras; cuidar que la democracia sea efectiva; que haya equidad y justicia social; que el entramado económico funcione y esté orientado al desarrollo; que los ciudadanos experimenten felicidad, pero absolutamente nada que tenga que ver con las vidas privadas de los ciudadanos porque la privacidad es un derecho ciudadano en sí mismo.

Es aquí donde el orgasmo revolucionario (lo cual es casi una construcción poética, lo sé) tiene que proponer(se) un goce sin exclusiones, una especie de utopía del ascenso universal en el cual todos los sujetos son dignificados en su deseo (repito que mientras no haya destrucción o daño de un otro) porque lo que resulta aquí comprendido y aprehendido es la infinita variedad de la experiencia humana. En la fantasía de este escenario, cualquier entrada de la risa que, desde que brota, busca degradar, es manifestación de un componente malsano, que quisiera contaminarnos a todos, que necesita de nuestro silencio o aplauso para conseguir extenderse por la totalidad del cuerpo social.

VI

La extensión del Derecho no trata exactamente del tiempo presente, sino del espacio de posibilidad para que algo tenga lugar; dicho de otro modo, no de la voluntad infantil de romper una norma, sino de batallar y arribar a las normas más justas para que sea mayor la oportunidad de realización en quienes nos suceden. Esto explica que, por encima de las restricciones del presente (que, en ocasiones hacen que terminemos aceptando cosas que internamente rechazamos, en las que tal vez no creemos siquiera o hasta nos disgustan) el Derecho habla de los espacios de libertad y felicidad, amargura, plenitud o miedo que van a tener nuestros hijos y nietos. No van, simplemente a recibirlos, sino que se los vamos a entregar, porque ese futuro es nuestra construcción.

Y ellos merecen mundos mejores.

v.

viernes, 13 de mayo de 2016

Sobre raza, belleza y cabello....

Conservo este recuerdo de la infancia: una casa larga, de aquellas con los cuartos corridos, cuatro, uno a continuación del otro. Es posible atravesarlos a través de las puertas que los comunican, pero también utilizando el patio. Y yo estoy parado a la entrada de ese patio y observo lo que sucede en el fondo. Es domingo y hay un grupo de mujeres reunidas; todas mulatas y negras, conversan mientras pasan el peine caliente al cabello de una de ellas. A cada una le tocará turno luego.

Pasar el peine era un ritual inviolable de la belleza para mujeres negras y mestizas según el grado de «encaracolamiento» del pelo. La palabra, inexistente en cualquier diccionario, debe significar el nivel de intensidad en cuanto a la manifestación de lo caracol, la cantidad de vueltas, el enrevesamiento, el enredo, la pasa. A medida que los cabellos se acercaban más a esa visión como lana de la pasa, más había que domesticarlos con aquel peine que lo mismo vi calentado (hasta cobrar coloración rojo vivo) encima de anafe de carbón que en la hornilla de la cocina de gas. En este camino de supuesta «mejoría» para el cabello, se encuentra también el desriz, que suele dejar el pelo con un brillo de artificialidad y demasiado pegado al cráneo, estirado y tieso.

Tengo otra imagen, esta vez de años más tarde: un grupo de jóvenes negros y mestizos lleva tan largo el cabello lanudo que forma una especie de gran pelota redonda alrededor de la cabeza. El peinado, al que ellos nombran «afro» o «spendrum», exhibe una genealogía política clara: es influencia directa del modo de llevar su cabello los radicales del Black Panther y en el imaginario popular cubano está asociado a una de las batallas políticas más grandes de los 70 del pasado siglo: la campaña de propaganda por la libertad de Angela Davis, activista afronorteamericana detenida y quien, a modo de protesta en contra del orden racista y para reafirmar su identidad de mujer negra, llevaba el cabello en el estilo afro.

Es importante entender que el proceso es parte de hechos que dan forma a una matriz cultural, conductual, ideológica, social y política mayor donde lo mismo quedan incluidas la minifalda (moda de esa misma época) que las ideologías del amor libre, el pelo largo a la altura o debajo de los hombros (en el caso de cabellos lacios), los pantalones que fueron conocidos como campana, el pantalón tubo, la sandalia, el bigote al estilo mostacho, el zapato de tacón alto llamado plataforma, la circulación y consumo (en redes por entero alternativas) de todo tipo de música rock y R&B, el sonido de los combos que en las fiestas juveniles hacían covers de grupos ingleses y norteamericanos del pop-rock de entonces, etc.

Un largo listado que es botón de muestra de los múltiples escenarios en los que tuvo lugar (y todavía continúa) la batalla cubana por la modernidad cultural. Aquí las variantes en el modo de llevar el cabello son, además de oportunidad para profundos enfrentamientos a propósito del concepto de lo bello, ocasión para complicados roces tanto ideológicos, políticos y culturales, como entre lo nuevo y lo viejo, lo nacional y lo extranjero, la tradición y lo moderno, el conservadurismo y el espíritu de rebelión.

Por eso me alegra mirar el cabello de los jóvenes de mi barrio y comprobar la diversidad emancipadora en la que tiene lugar hoy la moda de varones y hembras: largos en cola de caballo; con el trazado en cuadrícula de las llamadas carreritas; corto hasta el mínimo posible en la máquina o en los cráneos relucientes de cabezas rapadas con navaja; en largos tirabuzones al modo rasta o en suaves rizos; en las extensiones o con la blandura que propicia la keratina; sobreabundante y natural, recogido en un alto moño; o en esa fiesta de la creatividad y la fantasía que es el cabello moldeado, al modo de una pequeña obra escultural, mediante el uso de gel. A veces, para colmo, incluso van teñidos de color innatural: verde, azul, violeta, amarillo intenso.

En comparación con las constricciones del pasado, nada sorprende tanto como la keratina cuando es usada por varones de raza negra (para otorgar al pelo una visualidad lacia); en especial cuando el cabello es peinado, a imitación de los héroes del manga y el anime japonés, con un mechón que se derrama para tapar alguno de los ojos. Semejante imagen, que tradicionalmente fue arquetípica de la sensualidad femenina, ha sufrido tan compleja mutación que en la actualidad es común como afirmación de masculinidades de nuevo tipo.

Aunque lo mismo puede ser dicho de la utilización del gel para obtener esos peinados en los que el cabello termina en agresivas puntas, otro fascinante préstamo del manga y el anime. Solo que, en oposición al caso anterior, el desafío se pone de manifiesto cuando es mujer quien lleva dicho peinado y elige para sí esta imagen fuerte.

Las oportunidades de no padecer humillación por el tipo de cabello con el que se ha nacido, se han multiplicado y esto es consecuencia directa de las batallas libradas —durante todos estos años y por muchos miles de sujetos anónimos— a propósito de la dignidad y la belleza.

*Dedicado a Jacqueline Romero, poeta alegre y autora de un poco conocido texto sobre peinado, identidad y rebeldía.

jueves, 12 de mayo de 2016

Leyendo en Grolier's / Reading at Grolier's

La divertida imagen en la cual, antes de leer nuestros poemas, aparecemos aislados y concentrados, cerca, pero a la vez cada uno visitando su propio mundo interior, la excelente poeta Danielle Legros Georges y el grueso y mínimo yo.

El lugar es Grolier Poetry Bookshop, esa librería pequeña que es parte de la historia mítica de la poesía estadounidense de casi los últimos cien años.

Todo un privilegio que sólo admite la respuesta de Oshin, aquel personaje de una popular serie televisiva japonesa, que ante cualquier adversidad respondía siempre: "me esforzaré más".


Pensando en mi vida, puedo traducirlo como: "leeré más, trabajaré más, seré más hondo y también más generoso para llegar hasta donde se encuentran los buenos poemas (en general, literatura) y haré cuanto esté en mis manos para respetar y compartir los textos, las vidas y la memoria de sus autores, en mi comunidad inmediata y más allá".

Es un modo metafórico de referirme al viejo sueño de crear una red universal de sensibilidad humana, entendimiento mutuo, emociones compartidas y justicia.

Gracias a Danielle Legros Georges, por la lectura juntos.

A Katerina González-Seligmann, por la traducción.

A Dan Wuenschel, porque una tarde se acercó a conversar y, a partir de ahí, encontré a un amigo de la poesía.

A Elizabeth Doran, por las conversaciones.

A Harvard, por permitirme estar.


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This sort of funny image in which, before reading our poems, we appear isolate and concentrated; close, but distant: both visiting their own interior world. She is the great poet Danielle Legros Georges and the other is me, as I like to call my self: minimum.

The site is Grolier Poetry Bookshop, the little site to buy poetry books and organize readings that is part of the mythical history of American poetry along the last hundred years.

For me, is a privilege that can only be answered with the words of Oshin, the character of a popular Japanese TV series, whom -faced with different types of adversities through her whole life- always answered: "I will strive more."

Thinking in my life, I can translate it as: "I'll read more, I’ll work harder, I’ll promise to dig deeper and with more generosity to reach and to reveal the location where the good poems blossom (and, in general, the good literature).

It is a metaphor to say, with humility, that I will do my best to respect that texts and the life and memory of the authors, and my best to share them in my community and beyond.

The ancient dream of an universal network of human sensibility, mutual understanding, shared emotions and justice.

Thanks to Danielle Legros Georges, for the common reading.

To Katerina González-Seligmann, for the translation.

To Dan Wuenschel, because one afternoon he introduced himself to talk and, from there, I met a friend of poetry.

To Elizabeth Doran, for the many talks at Grolier.

To Harvard, for letting me be here.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Otras dos jornadas intensas...

Esa velocidad con la que se acumulan discusiones, diferencias, aportes, sorpresas, repetición, estancamiento o ilusión dentro del debate académico. La hermosura de la edad y las búsquedas, como una sangre que continuamente vivifica. La institución universitaria preservará semejante privilegio en tanto se encuentre fundada sobre bases sanas, mientras más amplia sea la mentalidad de sus directivos y más lejana o penetradora en el tiempo futuro la visión que del acto de enseñar tengan los docentes.

El viernes 6 estuve en Brown University, participando en uno de los paneles del encuentro titulado "Cuban Transitions: What's Left Out?". Felicidades a las organizadoras, Esther Whitfield y Jennifer Lambe, por tanto esfuerzo y atenciones en esta reunión que se celebró en el Watson Institute for International and Public Affairs, organizada por el Center for Latin American and Caribbean Studies, y con el co-patrocinio del Cogut Center for the Humanities y el Department of History de la misma universidad..

Cuando se viaja por país extranjero es emoción particular la coincidencia con amigos viejos, de modo que disfruté de manera especial la presencia de Juan Antonio García (empeñado en dar impulso al proyecto "La calle de los cines", en su Camagüey) y a José Ramón Sánchez (hacedor, junto con Oscar Cruz, de la muy importante revista literaria "La Noria"). Además de ello, estuvieron amigas como Katherina González Seligmann, Flora González y la sorpresa del actor cubano Lieter Ledesma, protagonista de la película "Alas", proyectada (para mi desgracia) en la noche.

De las presentaciones disfruté sobre todo las de Marc D. Perry, Mrinalini Tankha, Ben Chace (realizador del largometraje "Alas") y José Ramón, cuyas respuestas -ríspidas y de feroz independencia- quedan para la memoria. Por azares de la distribución de sillas me tocó quedar sentado al lado de Chase, de modo que dispuse de unos pocos minutos para conversar con el y experimenté la sacudida de escuchar a este joven realizador estadounidense que tomó de un cuento de Borges y algo también de Lezama la inspiración para su película. Gran obra de amor y de fe ha sido su descubrimiento, encantamiento, esfuerzo y continuidad a propósito del escritor cubano.

El día siguiente, sábado 7, lo disfruté también, hasta el último minuto, en la segunda sesión del taller con el primer grupo de seleccionados para las que van a ser jornadas anuales del Mark Claster Mamolen Dissertation Workshop Class. Estas jornadas, convocadas por el Afro-Latin American Research Institute at the Hutchins Center for African & African American Research, Harvard University, han sido concebidas para ofrecer un marco de intercambios de alto nivel a estudiantes graduados que, sin importar el lugar, se encuentren trabajando tesis cuyo tema se ubique en el área de los estudios afro-latinoamericanos.

Esta voluntad institucional no sólo es clara prueba del fortalecimiento del Hutchins Center, que con toda claridad apuesta por intensificar el alcance de su trabajo hacia lo que podemos definir como Afro-Latinoamérica (con todo lo que ello implica en cuanto a complejizar las visiones sobre la diáspora africana), sino que es muestra del empeño revolucionador del historiador Alejandro de la Fuente al frente del Afro-Latin American Research Institute.

(siempre termino esbozando una sonrisa cuando casi falta el aire para pronunciar títulos tan largos)

Para captar el sentido de aquello a lo que me refiero al hacer uso del término "voluntad institucional" basta tener en cuenta la organización, en el mes de diciembre, del simposio “Afrodescendientes: quince años después de Santiago. Logros y desafíos” en el cual -además de líderes afrolatinoamericanos- participaron funcionarios de agencias internacionales y de gobiernos de la región, profesores y estudiosos del tema.

Más que merecido es el aplauso porque Alejandro ha hecho un trabajo impresionante como figura líder en ambos eventos, además de que se entiende (mediante la suma de ambos escenarios) la existencia de un verdadero proyecto de desarrollo para los estudios afro-latinoamericanos, así como las múltiples conexiones de dicho empeño con el modelo general del Hutchins Center y ello quiere decir que aún tenemos mucho que esperar en esta área.

En fin, que el taller, lo mismo ese sábado en el cual estuve a jornada completa que en su totalidad, según opinaron luego los participantes, fue un éxito completo. Destacó la atmósfera de sana colaboración y diálogo, sin egos ni "divismo", el interés de los temas, la calidad de las presentaciones, el aporte desinteresado de los asistentes.

Gracias, Brown.

Gracias, Harvard.

lunes, 9 de mayo de 2016

Mi despedida literaria de Harvard

Mañana tendrá lugar, en frase que suena medio extraña, mi despedida literaria de Harvard.

Me refiero con ello a que he escuchado poemas de otros, asistido a conferencias, pronunciado algunas, realizado par de lecturas de mis propios textos y a que mañana tendré la oportunidad (algo así como un doble privilegio) de leer junto a Danielle Legros Georges en Grolier Poetry Book Shop.

Danielle Legros Georges es Boston Poet Laureate desde el año 2014,  profesora en Lesley University y hace apenas unas horas acaba de recibir un Doctorado Honorario de Emerson College, lugar donde completó estudios universitarios.

En cuanto a Grolier, esa pequeña librería independiente especializada en poesía y situada a un costado de la poderosa Harvard Book Store, es una suerte de joya próxima al milagro que nos lleva en dirección a la leyenda.

Fundada en el año 1927, Grolier sobrevive como una de las muy pocas librerías de su tipo en el país e imagino que en el mundo. La socorrida Wikipedia nos informa que, a lo largo de los años, fue lugar de visita para autores como John Ashbery, Robert Bly, Robert Creeley, Donald Hall y Frank O'Hara; que Conrad Aiken vivió en un apartamento en los altos; así como que escritores como E. E. Cummings, T. S. Eliot, Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg, Denise Levertov, Marianne Moore, Charles Olson, Robert Pinsky, Robert Lowell, James Tate y Adrienne Rich, entre muchos otros, fueron amigos del lugar.

Si tienen oportunidad, nos allí vemos mañana, a las 7:00pm, y luego unos minutos de buena conversación.


Lectura de Danielle Legros Georges y Victor Fowler

Mayo, 10 de mayo, 7pm – 9pm

Grolier Poetry Book Shop, 6 Plympton St, Cambridge.

(gracias a la lealtad sin límites de mi amiga Katerina González Seligmann, quien ha hecho las traducciones, la lectura será en español e inglés)