jueves, 24 de enero de 2019

De Cimafunk, reparterismo y temas aledaños

Hace un par de semanas, en la oficina donde trabaja una amiga, se habla
de los últimos acontecimientos culturales: premios, series televisivas,
sonoridades de moda. Ningún evento alcanza la popularidad de Cimafunk,
nombre artístico del compositor, cantante y líder de banda Erick
Iglesias, el más reciente fenómeno de masas dentro de la escena musical
cubana; de repente, alguien hace un comentario cargado de racismo,
clasismo y elitismo: "ese no es más que un repartero con cultura."

La clasificación disminuye cualquier valor para aquellos a quienes les
sea asignada la etiqueta de "repartero" e implica la existencia de una
división tajante (clasista y territorial) que debe ser mantenida para
conservar la salud del cuerpo social; esto se traduce en una
organización del espacio urbano según la cual habrían de existir un
centro controlador que produce carga positiva, unas zonas neutras
(susceptibles de ser "mejoradas") y ese enorme afuera de lo ignoto, lo
monstruoso, lo salvaje negativo que corresponde a "los repartos." De
este afuera provienen tanto las no-músicas (de las cuales, hoy día, la
figura privilegiada es la del "regaetón") como su doble invasivo: el uso
del volumen máximo.

Lo interesante de esta música a todo volumen es que se trata de una
apropiación de tecnología que no puede ser ejecutada sino con un equipo
de amplificación acoplado a una o más bocinas y que admite aplicar eco,
reverberación, conocer acerca de decibeles, que se conecta al bluetooth
del teléfono, que acarrea un saber. Si la combinación de producción
cultural y prácticas de consumo permaneciera o pudiera ser contenida o
inmovilizada dentro de "los repartos" el latido o vida de estos
territorios pertenecería al misterio; sin embargo, es la apropiación de
la tecnología lo que permite lo mismo la creación de esa música
agresiva, otra, como su presencia en el perímetro protegido de la
ciudad. Gracias a la tecnología, "el repartero", el olvidado, se hace
visible y reclama atención.

Las confrontaciones que tienen lugar dentro de este panorama reúnen
aspectos correspondientes a la producción de cultura, la distribución y
el consumo; cuestiones propias de la formación del gusto estético y los
diversos sentidos de esta categoría en diferentes grupos sociales;
manifestaciones de esa categoría socio-clasista a la cual Pierre Bordieu
denominó "la distinción", entre otras muchas posibilidades de debate y
fricciones conceptuales, cualquiera de ellas desbordante de aristas
político-ideológicas.

Una simple canción nunca es simple, de modo que el análisis debe
comprender las estructuras sonoras que hacen, como tal, la canción así
como las particularidades de su interpretación y el impacto que merece
entre críticos y público. Si el fenómeno Cimafunk, hasta ahora, tiene su
fundamento (sobre todo) en una canción, la muy pegajosa "Me voy",
confinar al artista a esto bien puede tener los visos de racismo,
clasismo y elitismo que antes hemos mencionado. Hay que escuchar la
totalidad del disco "Terapia", donde la canción de marras se encuentra,
para entender que Erick Iglesias es un músico mayúsculo con
potencialidad, ya sea como compositor o como intérprete, para llegar
hasta donde desee.

No es un negrito divertido ni un repartero con cultura.

Repito que, para tener idea clara, hay que escuchar la totalidad del
disco; volver a la espectacular interpretación que, ¡a capella!, hizo
Cimafunk de la pieza "Yo vengo a ofrecer mi corazón", nada menos que con
su autor, Fito Páez, delante; o revisar la reciente entrevista que
condedió al programa de televisión "Piso 6", donde reveló que aprendió a
editar para él mismo hacer el video "Me voy" que lo ha convertido en la
revelación del pasado año en nuestro país.

En las revistas "Somos Jóvenes" y "Pionero" hay dos muy buenos
textos-entrevistas dedicados a Cimafunk. El de "Somos Jóvenes" se titula
"Cimafunk, la fiebre que invade la isla", tiene autoría de Rafael Grillo
y aparece en el número 384 (septiembre/octubre de 2018); el otro,
titulado "Erik Iglesias: "Cimafunk soy yo", tiene autoría de Isabel M.
Echemendía Pérez y aparece en el número 228 (septiembre/octubre de 2018)
de la revista "Pionero."

¡A leer!