domingo, 17 de febrero de 2019

Hoy, con la Orquesta Sinfónica Nacional (17 de febrero de 2019)

Un bellísimo programa fue la oferta de la Orquesta Sinfónica Nacional
este domingo en una función cuya recaudación irá a los afectados por el
tornado que azotó la capital cubana hace pocas semanas. Las artistas
convocadas para la ocasión por el maestro Enrique Pérez Mesa, director
de la orquesta, fueron las sopranos Lucelsy Rodríguez, Johana Simón y
Milagros de los Ángeles, más un quinteto de cantantes de lujo: Annie
Garcés, Liuba María Hevia, Luna Manzanares, Osdalgia y Omara Portuondo.
El coro de niños de la Cantoría Solfa agregó una nota de frescura.

¡Hermoso derroche de talento y corazón en una de esas mañanas que
merecía varios teatros llenos! Como escribían los cronistas de la escena
musical en los inicios de nuestro siglo XX : "quien no lo vio, se lo
perdió."

Además de lo humano del gesto y lo cubanísimo del programa, agradezco al
maestro Enrique la confianza que tuvo al pedirme que escribiera las
palabras de presentación del concierto, estas que ahora comparto:

Presentación del Concierto

Cuando empezaron a circular historias acerca de lo sucedido la noche en
la que el tornado pasó por la capital, casi todas mencionaban el ruido
como una característica común; el volumen atronador, el caos de objetos
chocando o siendo golpeados, lo salvaje. Luego, cuando decenas de miles
de manos se tendieron en ayuda de quienes padecieron pérdida y dolor –en
una cadena que continúa hasta hoy- el sonido se manifestó de otra forma.

La coincidencia y repetición de esfuerzos por parte de quienes
protegieron y salvaron vidas, limpiaron escombros, repararon tendidos
eléctricos o telefónicos caídos, construyen viviendas o han venido
donando, lo que puede cada quien, o que simplemente escuchan y
acompañan, marcan un ritmo.

Cada gesto de apoyo y ayuda es un mínimo instante de contrapunto,
entretejido con intensidad de solidaridad y amor, en un renacimiento
armónico de la ciudad y sus gentes dañadas.

La confluencia de todo ello en una misma voluntad creativa, de restañar
heridas, de devolver paz, cariño y seguridad a quienes tocó padecer ese
despliegue de fuerzas de la Naturaleza, semeja la progresión sonora de
un tema: la vida que regresa, renace.

Estos sonidos de la solidaridad y el amor, del trabajo y la respiración
del país y de su gente complacen, reflejan, exponen y dignifican: son
Arte también.

Es un honor y se siente orgullo al ser parte de un pueblo como este, que
así enfrenta la adversidad y adelanta las curaciones.

Gracias, Cuba, por la oportunidad –hasta en este momento- de sentir tu
fibra rebelde y de servirte.

Y ahora, ¡qué se escuche la música!