viernes, 16 de noviembre de 2018

Youtubers en la Fundación Ludwig

(23 de abril de 2018)

Una vez más el privilegio, la ocasión, tocan a mi puerta. El viernes pasado, en compañía de mis hijos (Kenneth y Karen) asistí a una presentación de youtubers cubanos organizada por la Fundación Ludwig. Pocas cosas se igualan al tipo de estremecimiento que uno experimenta al ser acompañado por los hijos cuando se habla del futuro y los youtubers son una de tantas de las avanzadas de esos mundos que ya comienzan a llegarnos.

Resultó espectacular, extraño, urticante, vivificador al modo en el cual los vampiros se alimentan, escuchar opiniones y pasiones dichas en un lenguaje y dentro de un marco de referencias (casi todas audiovisuales) que a la mayor parte de los de mi generación nos son ajenos. Me encantó. Lo gocé. Me electrocutó con alegría. Claro que es un espacio lleno de dificultades, constricciones, problemas técnicos o legales (pues todos son, más bien, sólo tolerados), pero son –al mismo tiempo- semillas de un tiempo que, sin remedio, llegarán a nuestra realidad habitual y normal, esta última palabra más o menos rara.

Los jóvenes, que en su inmensa mayoría lo son, hablan de proyecciones del Yo, de contactos con hipotéticas comunidades extendidas que en nada tienen que ver con lo que soñábamos los de mis veinte años. Los temas que comparten, la cantidad de seguidores que tienen, la experiencia de los programas con los que editan sus películas, las rutinas y disciplinas que deben seguir para ser fieles a sus seguidores, la obligación de representar de determinada forma, la relación de esto que hacen (no importa los temas que traten) con el arte.

La Ludwig, como es conocida, con su capitán Helmo Hernández, es una de las muy poquísimas instituciones cubanas (estén donde estén) que, de modo público, demuestra su compromiso con la investigación, conocimiento y promoción de las intersecciones entre nuevos medios, informatización y producción cultural en nuestro país. Al mismo tiempo, llamó la atención la casi absoluta ausencia de dirigentes/decisores del sector cultural, organizaciones de artistas o escritores, periodistas culturales, especialistas, profesores universitarios, etc. Un hervidero de jóvenes, contando, debatiendo, presentando demandas de un mundo que estos otros parecen no haber comenzado entender.

Las comparaciones abaratan, cierto, pero determinadas verdades deberían servir para recordarnos la necesidad (URGENTE) de que nuestras universidades y otras instituciones de enseñanza, nuestras editoriales, en general nuestro pensamiento sobre arte, cultura y sociedad despierten a la realidad de que por encima, en paralelo, o en el interior de nuestra especial variedad de subdesarrollo no podemos evitar pertenecer a las transformaciones de la comunicación y,en general, de la vida en el siglo XXI.

La semana pasada fueron un grupo de “youtubers” cubanos, unos días antes el equipo de realización de esa maravilla que es el largometraje aficionado/independiente “Sangre cubana”, unas semanas más atrás una parte de los creadores/compiladores del celebérrimo “paquete” y ahora, en días próximos, nos promete Helmo varios encuentros con los equipos de realización de algunas de la casi veintena de revistas digitales independientes que también aparecen en el “paquete”.

Por cierto que mi propia hija, Karen, se está inaugurando en estos mundos nuevos y también puso su granito de arena. ¿Se organizarán los youtubers cubanos para ser conocidos mejor y reconocidos en los másdiversos espacios y estamentos del país? ¿Obtenderán algún tipo de beneficio para distribuir, “subir”, presentar su mensaje al mundo y a los seguidores del propio país? ¿Quién hablará,pensará,respoonderá sobre esto?

Ah, el mar, el mar, el mar……

Eso sí, no pierdan de vista a la Ludwig: pasen por allí, llamen, pregunten, conéctense.
¡Esa es la onda: la conexión!