domingo, 24 de abril de 2016

Aquí estamos. Presencia negra en la cultura cubana

24 de septiembre de 2015 ·


En ese país extraño que es Cuba, donde tantas cosas suceden sin parecerlo y otras que se avisan entre pavoneo no suceden nunca, hace algo más de dos años dio comienzo a un acontecimiento enorme del que apenas se habla: el ciclo de 52 presentaciones que, bajo el común título “Aquí estamos. Presencia negra en la cultura cubana”, fueron pasadas por la televisión cubana desde el día 30 de abril de 2013 hasta el 31 de enero de 2014.

El formato elegido para los programas fue el de la conversación televisiva, donde se crea la ilusión de que quien explica le habla directamente al espectador. Los expositores fueron académicos e investigadores de primer orden, procedentes de disciplinas diversas, varios de ellos merecedores de Premios Nacionales de Literatura, Historia, Investigación o Ciencias Sociales.

El organizador del proyecto fue la Fundación Guillén, la cual toma su nombre del gran poeta cubano (y de la lengua española) Nicolás Guillén y tiene su sede en la Habana, en la esquina que forman al encontrarse las calles 17 y H, en el Vedado. Allí radica la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la cual el poeta Guillén fue Presidente durante largos años.

Un ciclo como el mencionado, a propósito de un asunto que ha ido ganando en centralidad dentro del trabajo de las ciencias sociales y, en general, el pensamiento sobre la cultura cubana, es importante darlo a conocer (sobre todo cuando las instituciones del país ondulan, por norma general, entre la ingenuidad, la subvaloración del trabajo propio o la pésima difusión de lo que hacen). A ello se agrega, no pocas veces, el silencio mediocre, la escasa cultura y/o la ceguera de publicaciones culturales, órganos de prensa y, en general, espacios de difusión de ideas para lo que no es episódico, sino profundo.

Las intervenciones, de alrededor de 50 minutos de duración y divididas en tres períodos claros (Colonia, República, Revolución) versaron alrededor de temas de historia, sociedad y cultura que lo mismo incluyeron lo relacionado con la llegada de los africanos a la Isla, las condiciones de la esclavitud, las rebeliones, el cimarronaje y la participación de los negros en las luchas de independencia, el pensamiento sobre la cuestión negra en la colonia que la contribución de esa cultura africano-cubanizada a la música, a las artes plásticas, la participación de negros en el deporte cubano, las sociedades de color en el siglo XIX, las formas de la religiosidad de origen africano, la discriminación racial en la República y las formas de resistencia y organización política en su contra, el análisis del anti-racismo de Martí y de Fernando Ortiz, el análisis de las obras de Nicolás Guillén y Alejo Carpentier, el ensayismo sobre la cuestión negra, las desigualdades en la Cuba actual en su relación con la raza, la imagen del negro en el cine cubano, los cubanos internacionalistas en África, la cuestión racial en Cuba y en los Estados Unidos, etc.

Pido excusas a aquellos a quienes no cité, pues la verdad es que -tratando de no ser indelicado-, he terminado mencionando una cantidad importante de los temas abordados a lo largo del ciclo; de este modo, aunque no todos, los lectores tendrán idea de lo que el comentario o análisis abarcó.

En cuanto a mí, tuve la oportunidad de lujo de compartir mesa junto con Ana Cairo para hablar sobre el tema negro en la literatura cubana de los años 90, una de las últimas conversaciones antes del panel de clausura que dió cierre al ciclo. Disfruté sobremanera esa ocasión de comentar, aunque con nostalgia de no haber gozado de mayor cantidad de tiempo, la obra de autores como Ismael González, Rito Ramón Aroche, Alberto Guerra Naranjo, Teresa Cárdenas, entre otros; pero también fue momento de incluir la obra de pensamiento e investigación de autores que, desde fuera del país, trabajan temas de historia, sociedad y cultura del negro cubano como Alejandro de la Fuente, Ada Ferrer, Aline Helg y Alejandra Bronfman.

Ah, pero cuando digo que lo disfrutamos, lo disfrutamos, porque propusimos una lectura de la contribución literaria según la cual esta no puede ser entendida sino en el marco de una convulsión social que atraviesa la música del hip-hop contemporáneo en el país (pusimos como ejemplo la obra del dúo “Obsesión"); la obra de artistas como el fotógrafo René Peña o el pintor Roberto Diago; acontecimientos culturales como la importante exposición de arte plástico “Queloides” y, en mi caso, terminé hablando de la obra del poeta cubano-americano Adrián Castro como ejemplo de la dimensión transnacional, diaspórica de la experiencia negra cubana. Es decir, intentamos abrir la mirada sobre la literatura y al propio tiempo insertarla en el paisaje, dinámico y contradictorio, de la cultura de su época.


Tan complejo, interesante, productivo, lleno de derivaciones y de vida, me iba pareciendo el panorama en la medida en que hablababa que cuando se terminó el tiempo todavía yo quería más, más minutos para seguir hablando.

Merece la pena agradecer a la Fundación Guillén por el esfuerzo de concepción y organizativo; a los expositores por los caminos de inquietud y de conocimiento que abrieron; así como a la Televisión Cubana por la realización efectiva del proyecto. No fue sino meses más tarde que, con mucho esfuerzo, pudieron ser hechos unos pocos juegos de DVD’s con las intervenciones para (sin que medie beneficio comercial) desarrollar labor comunitaria y llevarlos a distintos lugares de la isla (en barrios, universidades, etc.) y organizar conversatorios y debates que multipliquen el efecto. Además de ello, las intervenciones fueron transcriptas, nos las mandaron para ser revisadas y se está trabajando en lo que supongo vaya a ser una gruesa compilación que contenga, sino todo, buena parte de lo transmitido. Junto con lo anterior, me han dicho -esto último sin que lo haya podido confirmar- que el canal Cubavisión Internacional está retransmitiendo el ciclo: ojalá.

Los que se sientan interesados, comuníquense con la Fundación Guillén y averiguen más del proyecto.

Los que tengan posibilidad de contribuir, apóyenlo para que se conozca, cobre factura más profesional, encuentre mejor distribución, llegue a audiencias mayores y sea real parte de los debates hemisféricos acerca de las conexiones entre racialidad, subalternidad, representación, historia,
cambio social y muchos más.

Fue bonito ser parte de eso.

Me despido como nos enseñó a los cubanos un personaje de los dibujos animados de Elpidio Valdés, héroe de las luchas anti-coloniales del siglo XIX:

“¡Qué país!”.